viernes, 4 de febrero de 2011

31 ¿SOMOS NADA MÁS QUE VACÍO?- Con Video







Si nos adentramos en la intimidad de la materia sólida, líquida o gaseosa, para nadie es un misterio que nos encontraremos con un conglomerado de moléculas compuestas de átomos, que no son cuerpos sólidos, indestructibles como se creía antiguamente, sino especies de burbujas vacías con un increíblemente diminuto núcleo central constituído por aún más diminutas partículas: los protones y neutrones, conformados éstos a su vez por aquellos inverosímiles entes llamados quarks, de tamaño inferior a la cienbillonésima parte de un protón.

Como en el juego de las cajitas chinas donde después de abrir una, aparece otra y otra y otra, los quarks tampoco son los últimos componentes de la materia ya que los conformarían unidimensionales filamentos energéticos semejantes a minúsculos látigos vibrantes carentes de masa, del tamaño de una billonésima de una billonésima, de una billonésima de centímetro, que los científicos han denominado supercuerdas. ¿Puede llamarse partículas a estos meros entes vibracionales? Eso nunca lo sabremos porque es imposible medir algo de volúmen prácticamente cero. Las supercuerdas son quizás el último rastro de lo que comúnmente llamamos materia, que en último término no es otra cosa que concentración de energía o movimiento vibratorio, movimiento de idéntica naturaleza abstracta que las ideas de Verdad, Belleza y Bondad. Uno vé cosas bellas o menos bellas, pero a la Belleza misma ¿quién la puede ver? Lo mismo sucede con el movimiento.

Tan asombrosamente abstracta es la interioridad de la materia sólida que la física cuántica ha diferenciado los distintos niveles de quarks con el nombre de “flavors” o “sabores”que en número de seis poseen nombres tan singulares como: “de arriba”, "de abajo”, “del fondo", “de la cima”, “extraños” y “encantados”, Y cada “sabor” poseyendo uno de tres “colores” posibles: rojo, verde y azul. Colores solamente simbólicos porque los quarks, de tamaño inferior a una onda luz, es imposible que posean los colores que nosotros conocemos.

Jeorge Berkeley, famoso filósofo inglés del siglo XVIII dijo, en forma audaz para su época: “¡ La materia no existe! Lo que percibimos como substancias sólidas como la madera o el hierro, no son otra cosa que meras impresiones que Dios hace que se produzcan en nuestro cerebro”. Declaración audaz incluso para nuestra época, puesto que si bien sabemos que la materia está compuesta de energía, no conocemos realmente el orígen de ésta, llegándose pensar como lo hizo David Bohm, físico estadounidense que hizo importantes contribuciones en los campos de la física teórica, la filosofía y la neuropsicología, que su fuente radicaría en el Potencial Puro de una Inteligencia Absoluta Superior.

La realidad de nuestro mundo la compone una infinita variedad de movimientos temporales: fenoménicos, mutacionales, eventuales, etc.; y de fuerza: gravitacionales, electromagnéticos, etc. , dentro de un ente inasible llamado espacio, donde es posible medirlos, pero jamás comprender su naturaleza intrínseca, así lo aseguraba Parménides, filósofo griego 500 años A.C., quien afirmaba que el movimiento es una acción eterna, sin comienzo ni fin, que solamente ES. “Deus est primum movem”, decían los antiguos……..

Hemos llegado así a la profundidad más íntima de la materia física. Al magno abismo interior, infinito y eterno, fuente de todo movimiento, acción y vida; comunicado con el magno abismo externo, contenedor de las formas universales, por imperio de la Ley de la Unidad. Al mundo fascinante donde mueren las palabras y nace el amor. A la dimensión sin tiempo ni medida. Al mundo del espíritu donde toda existencia solamente ES.

Dice Stanislav Groof, médico psiquiatra, fundador de la Internacional Transpersonal Association : “Al aumentar la capacidad de disfrutar lo que solamente ES, la insatisfactoria búsqueda de proyectos y metas grandielocuentes como forma de conseguir satisfacciones, se vuelve cada vez menos fuerte. Como resultado, la vida se convierte menos en una lucha y más en una aventura o en un juego fascinante

Viajando hacia el interior del átomo, venciendo como un temponauta las barreras de la luz y el tiempo, hemos llegado al fin a su esencia última: al vacío material reino de lo inmaterial. Al punto inicial donde la rítmica música de las esferas invisibles, inspiran la danza evolutiva de las visibles y aparentemente sólidas grandes esferas, porque como bien lo dijo el escritor científico canadíense Tom Harper: “La materia en su intimidad más profunda no es en absoluto sólida sino una danza permanente de energía. Así nuestra densa carne se desmaterializa en inasibles entidades de naturaleza meramente existencial, permaneciendo solamente la vida."

Dice el físico teórico Paul Davies:

Nuestro cerebro está a medio camino entre una estructura tan inmensa como el Universo y una tan pequeña como el minúsculo quark. Mientras el Cosmos es 10.000 billones de billones de veces mayor que nuestra cabeza, el quark es otro tanto menor. ¿Cómo relacionar entre sí lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño?”. Expandir la conciencia ayudaría, pero el racionalismo occidental recela cuando se habla de trascender la consciencia ordinaria, porque a este don exclusivamente humano se le asocia comunmente con la metafísica, la religión o el esoterismo, lo que para muchos es motivo más que suficiente para dudar de él o simplemente rechazarlo. Los grandes sabios de Oriente, en cambio, buscaban este estado de conciencia totalizadora, la que reconocían sencillamente como un estado natural de la conciencia humana, un encuentro indiscutible con el propio Yo y la Verdad, que amplía de manera sorprendente el conocimiento de si mismo y del mundo".

Me pareció ver los principios y las bases más profundas de las cosas. Creí que todo era una fantasía, entonces salí al jardín y noté que podía mirar el meollo mismo de las cosas, de las plantas, del pasto; y que esa parte de la naturaleza entraba en armonía con mi ser interno. Mi conciencia estaba abierta y en un
cuarto de hora aprendi más que años en la universidad. Ví el tejido, el abismo, el origen de todas las criaturas y cómo la fructífera entraña de la eternidad producía. Ví y conocí en mi mismo los tres mundos sintiéndome no sólo intensamente maravillado sino inmensamente dichoso
(Experiencia en estado de conciencia expandida descrita por el místico y filósofo alemán Jacob Boehme el año 1600)

"Algo en mí me hacía sentirme parte de algo más grande que yo que lo manejaba todo. Me regocijaba en el hecho mismo de existir, de ser una parte de ese todo, la lluvia zigzagueante, las sombra de las nubes, los troncos de los árboles…”
(Experiencia del conocido médico y psicólogo norteamericano William James, año 1900 )

"De pronto siento que los desordenados guijarros del piso se meaparecen como ordenados en una bella simetría, elemental, sencilla, pero a la vez grandiosa que me unifica con todo, con la belleza del entorno, las nubes, las montañas, el valle, el universo entero. Siento una extraña sensación de simplicidad y armonía que
me emociona hasta las lágrimas
(Joven chileno, victoriano, José García Cortes, en Machu Picchu, 1990)

He vivido en repetidas ocasiones la experiencia de una conciencia expandida. Dejo de sentirme restringido en el interior de mi cabeza para sentirme infinito, incluso más que el Universo. Siento que los limites de mi mente recorren un circunferencia cada vez más y más inmensa, que pronta desaparece, permaneciendo sólo el infinito. Es un sentimiento de absoluta libertad, pero también algo muy natural, mucho más real y natural que el espacio reducido en el cual nos desenvolvemos. Algunas veces el sentimiento de infinitud es tan fuerte que me olvido de la sensación de mi cuerpo material, quedándome sólo la sensación de conciencia infinita”
(Narración de un individuo de Connecticud USA, citada por el médico endocrinólogo Dr. Deepak Chopra en su libro “Curación Cuántica”. Plaza & Janes, 1992)

Estoy despierto, con los ojos cerrados, escucho los ruidos de la calle y percibo las ropas del lecho, pero siento tal sensación de ingravidez que me parece flotar en la habitación iluminado por una esplendorosa luz de comprensión totalizadora, con una claridad y sencillez mental que junto con llenarme de regocijo me demuestra la vacuidad de las circunstancias de la vida que para nosotros son tan importantes. Situaciones insignificantes frente a la inmensidad de lo que realmente somos y de la plenitud gozosa latente en nosotros que jamás reconocemos y menos compartimos.
Ahora comprendo lo que es verdaderamente real, la substancia misma de las cosas de la cual yo también formo parte. Siento en los más profundo de mi mente-corazón que la cotidianeidad que vivimos es tan pequeña y mezquina frente a esta inmensidad esplendorosa, que es inútil tanto deseo egoísta, tanto disgusto, tanta rivalidad, tanto afán. Que somos capaces de realizarlo todo, de innovar, de cambiar radicalmente los presupuestos de nuestra vida, pero que jamás hemos aprovechado esta capacidad única nuestra y nos pasamos la vida entera llenos de preocupaciones y deberes, no dándonos jamás tiempo para admirar en todo su esplendor la grandiosa simplicidad de lo creado, la belleza natural de las humildes cosas que están permanentemente al alcance de nuestra mano y que no respetamos ni distinguimos, sumidos como estamos en nuestros materialistas e innobles intereses."
(Experiencia narrada en el libro “Nuestros Mundos” de Omar Sander, 1995)

Es posible que más personas hayan pasado también por experiencias parecidas a éstas, a la vez particulares y universales, y muchas otras más que capacitándose debidamente puedan hacerlo, ya que los procesos bioquímicos que sustentan este tipo de experiencias son los mismos para todos, sin distinción de época, raza, religión, cultura ni educación, Sería ridículo pensar que sólo los ADN de ciertas personas puedan sustentar estados como éstos, de expansión de la conciencia, ya que sería como afirmar que sólo los ADN de ellos operan como les corresponde y nó los nuestros.

William James, el conocido médico y filósofo norteamericano que divulgó el pragmatismo a comienzos de siglo, expresó Nuestro estado de consciencia habitual, lo que llamamos consciencia racional , sólo es una forma más de conciencia. A su alrededor, separadas únicamente por una pantalla frágil, existen otras formas potenciales de conciencia muy diferentes. Podemos atravesar la vida sin sospechar siquiera de su existencia, pero basta con aprender a estimularlas, y en un instante se presentan ante nosotros en toda su plenitud

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