domingo, 20 de febrero de 2011

33 CURACION CUANTICA - Con Video








EI corazón de los átomos, ya lo vimos, está vacío de materia conocida. Un vacío interconectado con el vacío intergaláctico que es parte consubstancial del ser humano cuyo cuerpo no es otra cosa que un conjunto incomensurable de átomos. El vacío espacial no es una región lúgubre sino rebosante de energía pura, en cantidades prácticamente infinitas, aguardando la ocasión para objetivarse en alguna forma particular. Más que cualquier otro componente, el vacío espacial es nuestra materia prima, pero nuestros intelecto no se ha capacitado todavía para reconocerlo y aceptarlo además como fuente de toda la realidad universal, percatándose solamente de los niveles más aparatosos de su energía corno las flores, los animales, los árboles, las montañas, el mar, las estrellas y galaxias.

Aunque parezca increíble, el vacío infraatómico nos atañe directamente, toda vez que es el vacío desde donde emergen nuestros ideas. En el preciso instante en que pienso "¡soy feliz !”, la configuración de un mensajero químico: el neuropéptido (que es una molécula material), brota como por encanto aparentemente de la nada, traduciendo químicamente esa emoción. Y entonces por intermedio de él cada célula del cuerpo es informada y conoce de esa felicidad, uniéndose a ella con una sensación de dicha y bienestar. El hecho de que uno pueda ponerse en contacto instantáneo con 50 billones de células y en el idioma de cada una de ellas, es tan inexplicable como aquel instante en que del vacío espacial surgió el primer fotón de luz iniciando la formación del Universo.

Nadie puede decir con absoluta certeza qué inteligencia creó la energía y configuró los quarks, componentes primarios de la materia, pero sí podemos decir con seguridad que ellos no son sólidos puesto que siendo tan abolutamente insignificantes, están fuera del límite de lo que podemos “ver” o “tocar”, aún usando los métodos e instrumentos más sofisticados. Es cierto que lo que formó a los quarks pudo ser sencillamente un movimiento vibratorio con el potencial suficiente para convertirlos en realidad material, pero ¿qué hay más allá de ese movimiento vibratorio en el vacío? ¿qué acontece en ese misterio insondable?. Al llegar a este punto las ciencias físicas se quedan mudas. Dice D.Chopra, jefe de equipo del New England Memorial Hospital de Massachussets: “Me fascina comprobar que todos los fundadores de la física cuántica eran básicamente platónicos. Esto significa que creían que el mundo de las cosas materiales es una proyección borrosa de una realidad mucho mayor e invisible, una realidad inmaterial". Algunos como Einstein quedaron maravilladas ante el perfecto ordenamiento de la Naturaleza, pero no se atrevieron a otorgarle inteligencia, pero otros como Eddington, famoso astrofísico británico, declararó atrevidamente que la materia prima de todo el Universo no es otra cosa que materia mental. “Nuestra comprensión del mundo -dice Eddington- la produce el conjunto de vibraciones energéticas recibidas por los nervios sensitivos correspondientes, que las impulsan hacia el cerebro. Como la energía, tanto la de las vibraciones energéticas, como la del sistema nervioso y el cerebro, provienen del vacío cuántico ¿cual de los tres factores es más real? En verdad ninguno, pues todas las etapas en el camino de la percepción, que parte desde los nervios rumbo al cerebro, son sencillamente impulsos electromagnéticos expresados en forma de códigos matemáticos. En realidad el Universo visible no es más que una serie ininterrumpida de señales codificadas que el cerebro decodifica transformándolas en experiencias completas con un signifícado real."

Los métodos de la Medicina han consistido siempre en investigar las causas físicas de las enfermedades o, mejor dicho, en ubicar los agentes patógenos de ellas, como las bacterias y los virus que por su insignificante tamaño, de no mediar el microscopio electrónico, serían totalmente invisibles al ojo humano, aunque su poder es tan grande y notorio que cubren el mundo entero entrando y saliendo aún por las puertas y ventanas más herméticamente cerradas. Pero ésto también lo hacen las partículas del mundo cuántico: neutrinos, electrones, gravitones, etc. , con una invisibilidad aun mayor, puesto que el más insignificante virus es varios millones de veces mayor que una de aquellas partículas.

En realidad todos y cada uno de nosotros, gracias a la interacción existente entre las partículas cuánticas del cerebro y el resto del cuerpo humano, puede alterar casi a voluntad la biología de su cuerpo para mejor o para peor. Cuando nos sentimos dichosos no somos la misma persona que cuando nos sentimos deprimidos, y además propensos a enfermarnos por la disminución que la depresión causa a nuestras defensas inmunológicas.

Curación cuántica es la capacidad de la mente, en cierto estado de conciencia, de corregir de manera espontánea los errores cometidos en otro modo de conciencia que ha afectado al cuerpo. Es un proceso circular : los estados corporales influyen en la mente y la mente influye en los estados corporales, creando de la nada material (el vacío cuántico), los anticuerpos que combaten la enfermedad. La curación cuántica fue avalada en 1987 por las experiencias de laboratorio realizadas por el inmunólogo francés Jacques Benveniste, que probando un antialérgico en cantidades cada vez más diluídas, comprobó que no quedando ya rastro alguno de él en el agua (convertida ésta prácticamente en agua destilada), aun conservaba acción antialérgica. Aunque el resultado parecía absurdo Benveniste repitió el experimento setenta veces, pidiendo también a científicos de Israel, Canadá e Italia que hicieran lo mismo, llegando todos a idéntico resultado: el descubrimiento de que es posible activar el sistema inmunológico con un anticuerpo archidiluído en el agua en la que prácticamente ya no se encuentra nada de él, porque el agua tiene “memoria” la que podría incluso ser trasmitida digitalmente por la Internet.

La curación en verdad no es esencialmente un proceso físico – dice Deepak Chopra- sino un proceso mental. Como médicos, cuando observamos la curación de un hueso fracturado o la remisión de un tumor maligno, sólo nos detenemos a analizar el mecanismo físico involucrado Pero el mecanismo físico es sólo una pantalla. Detrás de él hay algo más abstracto, una forma de inteligencia y sabiduría que no se puede ver ni tocar, un poder prodigioso que todavía no hemos aprendido a controlar. Pese a los esfuerzos por encarrilar debidamente el proceso de curación cuando falla, la medicina no sabe a ciencia cierta en qué consiste realmente la curación. Hoy se ha llegado a comprender que ésta es una acción viva, compleja y holística de la mente sobre el cuerpo

Este novísimo concepto ya lo están comenzando a aplicar algunos conjuntos multidisciplinarios de médicos, partiendo del principio básico que, paralelamente al tratamiento corriente de la enfermedad, ante todo se han de comprender y tratar las posibles presiones psicológicas y afectivas del paciente, generalmente anteriores a su enfermedad, promoviendo fe y confianza en él con respecto a su propio poder de sanación en la medida que se libera de tales conflictos.

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